El mundo...
Y tú pensando que ya nada podía sorprenderte, con esa mala costumbre de no esperar nada de los demás, de seguir pensando que todo está visto, que el pequeño grupo de genios ya está definido y que los demás no pueden sobresalir, que todos han de ser iguales; te empeñas en establecer un mundo monótono y apagado, sin esperanzas de que nadie haga algo que te haga abrir los ojos y sonreír. Hasta que hay alguien que lo hace. Sale del rincón menos sospechado, asoma la cabeza desde la enorme olla de guisar y recita un poema distinto cada día: Nada... Y mil historias que contar... Recuerdos que baña el olvido, porque no se quieren recordar. ¿Quien no tiene un recuerdo, que por olvidado elegido, tiene tanto miedo al olvido, como a volverlo a recordar? Tu eres lo que nunca tuve, lo que jamás olvidaré... Nunca fuiste nada, y sin ser nada... Siempre serás más. Y te crees que lo has visto todo, que por encontrar una cualidad de una sola persona ya lo conoces todo, y entonc