Recuérdame, una noche más...

Cada noche el mismo sueño, cada mañana el mismo recuerdo, ese sabor amargo en los labios de despertarse y ver que ella ha desaparecido.
Cada noche lo mismo, a la misma hora, Víctor se despierta justo antes de besar a aquella preciosa muchacha. Lleva meses viéndola sin parar, y cada vez que ella empuja la puerta de cristal, él, sentado siempre en la misma silla, siente cómo su corazón se da la vuelta y sus piernas empiezan a temblar. Mira la hora. No falla, las 17:46. Siempre es la misma hora. Esa amplia melena, eternamente suelta en forma de una cascada oscura, contrasta con lo que para Víctor es el cielo, sus ojos azules. Sus miradas se cruzan, siempre lo hacen, ella pide su “cafè latte”, como cada tarde, y se aproxima a la mesa libre a unos metros de él, que siente cómo sus latidos se aceleran. Es su oportunidad, va a pasar justo por delante. Cada segundo está más cerca, ya puede oler su perfume de vainilla. Se levanta, ella avanza distraída, él, seguro de que ella también ha sentido esa flecha atravesándole el corazón, Da otro paso adelante. Va a ocurrir de nuevo, una vez más.
Como cada día, sus cuerpos chocan, están a punto de caer pero se sostienen. Están frente a frente, no hay nada más, hasta la música ha parado de sonar. Sus caras se acercan poco a poco, hipnotizados. Puede sentir su respiración, y entonces… todo acaba.
Otra vez en la realidad. Solo. Tumbado en su cama, Víctor cuenta las estrellas a través de la ventana, es una noche preciosa y sabe que no se volverá a dormir. Lo que no sabe, es que ese 9 de enero no será un día más en su vida.
Siempre el mismo Starbucks, los mismos matices, la misma chica…
17:40. Víctor está sentado en el sitio que ve cada noche. Aunque nota algo familiar en el ambiente, lo ignora. Se acerca la hora, otro día más; su esperanza cada vez más apagada. Mira el reloj y bebe de su “frapuccino de caramelo”, las 17:45. Ahora mira la puerta, con el único pensamiento de salir de la cafetería dos minutos más tarde. Entonces alguien se aproxima desde fuera. Sólo distingue la silueta debido al brillo del sol. Entra. Es preciosa.
Víctor siente que se va a caer, se agarra a la silla. Mil pensamientos chocan en su cabeza, ¡Ella está ahí! Lo mira, igual que en el sueño, pide su bebida y se acerca, despacio, hasta la mesa vacía cercana a él. No lo duda ni un momento, ahora no es momento para pensárselo. Se levanta igual que hacía en su sueño, ella va mirando al suelo, no lo ve. Chocan. El momento mágico está ahí, igual que todas las noches, pero esta vez es real, nada lo impedirá. Se miran cara a cara, ambos saben lo que está pasando. Todo se detiene, se acercan. Por fin. Puede sentirla, oye su respiración, se acerca, solo desea besarla. Sus labios se tocan al fin, la abraza…
Y Víctor abre los ojos otra vez. En su cama. Solo.
[...]
Eva siente que el amor de su vida le aprieta la mano. Se sobresalta. Lleva dos meses junto a él, junto a la cama de ese hospital, mirando a su amado inmóvil, y por fin siente alguna señal. Tantos años juntos desde aquella tarde en el Starbucks y ha estado a punto de perderlo por un maldito accidente de tráfico.
Víctor abre los ojos. La ve junto a él... No ha sido un sueño.
:)
Microrrelato "una novela y un café" para "cancionesparapaula.com"

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