Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2015

Frío

Granada ya ha empezado a congelarse sin ti. Y ahora, ¿con qué me quedo yo? ¿Qué me queda? Si las estrellas te las has llevado tú en tus ojos; si el sol ya ha amenazado con permanecer para siempre en tu sonrisa... Te escribo sobre la nieve un par de solitarias palabras. Las dos malditas palabras. Las que nunca te dije. Que te quiero, te quiero desde el primer día. Desde aquél encontronazo. Desde antes. Desde que descubrí lo que faltaba en mí y empecé a buscarte ya sabía que eras tú. Que lo serías. Y nada más esperanzador que mi maldita certeza. Y ahora nada más que soledad. Suspiros a la eternidad por no haber sabido decírtelo, por no haber querido. Por elegir refugiarme como un cobarde en la mediocre comodidad, en la insípida emoción de mirarte desde lejos. Por elegir no decirte que construiría un mirador alrededor de tus caderas, que desearía vivir solo para verte despertar cada mañana. A la mierda el resto de mis días si a cambio tengo tus amaneceres. Y así, hasta que vuelvas

Mirada eterna

Sentado aquí no soy capaz de más que buscar incansable tus ojos azules. ¿Dónde has ido? Las montañas, majestuosas, me tapan con su nieve todo el calor que tú me dabas y yo, desde aquí arriba, miro al otro lado por si te has escondido allí. ¿Por qué te has ido? Nos acabamos de conocer, aquí sentados en la plaza de nuestra vida, la misma de aquel primer día en el que apareciste iluminando como el sol, ahuyentando a todos mis fantasmas, dándole color a todas las sombras de mi cabeza. Conocerte, enamorarme de ti cada mañana al ver tu sonrisa, aprenderme tus curvas cada vez que te vuelva a tocar. Aquí estamos, juntos otra vez. Tus ojos ahora grises reflejan los años que nos hemos mirado, aunque ahora no estés, y yo siga mirando las nubes reflejadas en este río que se lleva mis recuerdos como cada tarde, para que cada mañana vuelva a buscarte otra vez. A buscar tu mirada azul, tus ojos grises que ya no están.